lunes, 1 de septiembre de 2014

Banal intento.

Podría desdibujar en la noche su beso.
Decir que muerde el alma sin piedad ni reparo,
las huellas de sus labios cual moribundo amparo,
y el clamor de mi angustia que se ha tornado un rezo.

Podré decir mil veces sin respirar su nombre.
Retenerlo en mi aliento y esconderlo en el pecho.
Y en las sábanas blancas de otro cálido lecho,
sepultar los recuerdos y mis quimeras de hombre.

Y podría decirle que sin su voz yo muero.
Y que asido a la sombra de su figura vivo.
Y que en las noches lloro por mi dolor cautivo,
envuelto en la tiniebla de incierto derrotero.

¡Cuántas cosas haría..! Quizás volverme huraño.
Más no puedo engañarme y al corazón mentirle. 
Mi corazón lo sabe, no podría fingirle          
como si fuese ajeno, como si fuese extraño.


Más quizás locamente y en un banal intento,
desgarre de mi pecho su amor tan desmedido,
lanzándole a los vientos y en su clamor fundido,
mirar cómo se aleja… mi vida en un lamento. 

                             

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