domingo, 5 de octubre de 2014

Aún no digas no.


No digas no, sin escuchar mí ruego.
Sin saber lo que ansía el corazón.
Yo no me impongo. No es un juego.
Porque así doblegaría tu razón.

Ya ves que solo pido un soplo de esperanza.
Una brizna de tiempo, un átomo de cielo.
Todo mi ser te implora con su mayor anhelo
y humildemente pide tu confianza.

Aún no digas no, por un temor insensato.
Hay un amor que en silencio está naciendo.
Cual la tímida rama que va floreciendo
en el páramo hostil de tu arrebato.

Tal vez después cuando cubra la noche,
sentirás ese reproche, último hálito de fe.
No digas no, pues yo sé, que mi amor será ese broche
que cada instante derroche el amor que te daré.

Yo sé bien de tus temores por aquella mano impía,
que truncó tu lozanía cual leña para su fuego.
Que obscureció tu inocencia a la plena luz del día.
Por eso amor, todavía, no digas no. Te lo ruego. 
 
 
 

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