con su alucinante sensación de vacío.
Y la pared refleja tu retrato sombrío,
con esa pose adusta que persuade.
Afuera en la arboleda la lluvia coquetea
entre las ramas blondas del milenario sauce.
Y en el brillo de luz que zigzaguea
el relámpago aletea y en sus gotas se trasluce.
Y yo sigo despierto, sobre un lecho que añora,
entre mil cosas vanas, tu vital compañía.
Más pasará esta noche y volverá otro día,
con las mismas visiones que me acosan ahora.
Ya van a dar las seis, y otra vez amanece
y mis ojos cansados comienzan a cerrarse.
Soñaré con tus labios, y quizás vuelva a darse,
que abrazando la almohada nuevamente te bese.
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