sábado, 11 de octubre de 2014

Carta a una mujer prohibida.

Hoy te vi pasar, con tu mirada risueña.
Y sentí un deseo loco de retenerte.
Pensar que solo ayer fuiste mi suerte,
de mi corazón la lleve. Mi única dueña.

Y hoy, ese ayer tiene un sabor a distancia,
aunque a veces en sueños puedo abrazarte,
con esa pasión de amante, con que solía besarte,
hasta arrancarte una parte de tu fragancia.

Y qué locos aquellos días, cuando tú te divertías
al ver que me ocultaba tras la tupida enredadera.
Debí saciar a tu perro, de las cosas que prohibías,
para que no ladrara cuando me viera.

No sabes cuánto te añoro, y cuánto diera
por una sola noche de aquel calvario.
Aunque tu perro, al no recordarme me mordiera.
Y aunque la enredadera me tatuara un sudario.

Hoy te vi pasar y no pude decirte adiós.
Y al recuerdo de nuestro amor, quemó su fuego.
Y así, como si lo dijéramos los dos,
en un susurro brotó mi voz,
para decir un hasta luego.



No hay comentarios:

Publicar un comentario