Volveré alguna
tarde a la remota playa,
Donde por vez
postrera te busqué en el ayer.
Y quizás una
ola me cuente dónde se haya,
la huella que
dejaste en el atardecer.
Volveré a
preguntar a la mar impaciente,
Si el viento
atrevido fue aquel testigo mudo,
que vio trocarse
en oro los rayos del poniente,
para vestir la
magia de tu cuerpo desnudo.
Volveré a
caminar sobre la blanca arena.
Aquella que ciñera
tu angelical figura.
Y quizás ella sepa,
si fue la luna llena,
la causa de
mis males y mi extraña locura.
Yo sé que
volveré, aunque jamás te encuentre.
Porque quizás
la mar, te oculta entre la espuma.
Porque quizás
el viento, te remonta en la bruma.
Porque quizás
la arena, te resguarda en su vientre.
Más sé que de
encontrarte donde quiera que estés.
Y aunque el
amor sucumbe igual que una hoguera,
mi amor por
desmedido, no ha acabar ahora.
Aún vive entre las brasas... el calor que no ves.
Aún vive entre las brasas... el calor que no ves.
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