Me toca el corazón si te recuerdo.
Aún está sangrante la dolorosa herida.
Sentimiento ineluctable que resguardo,
y que de alguna forma consumirá mi vida.
Y te evoco en el silencio del vacío,
en el espacio del lecho abandonado.
Te evoco cada noche, y solo siento frío,
al escuchar el eco de un lamento enajenado.
Muerdo el calor salado de una lágrima ardiente.
Y un sollozo desgarra mi soledad sombría.
Y si no vuelvo a amarte, será probablemente,
la causa de mis males, tu absurda cobardía.
Me toca el corazón si te recuerdo.
Y su latir evoca un amor ya lejano.
Aquella llamarada tan solo es un rescoldo,
la huella de un anillo que se tatuó en la mano.
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